domingo, 24 de abril de 2011

¿Me Oyes?






Como deseo cabalgarte esta noche amor.
Subirme a tu sexo suave y erecto,
introducirlo en mi caldeada y húmeda cueva,
sentir ese deslizamiento que me va rompiendo
entre calores y gemidos.

Acoplados sin dejar a nuestros sexos respirar,
empezar a moverme como tu gata alrededor de tu muslos tensos,
aferrarme a tus músculos mientras veo tu mirada libidinosa,
y empezar una subida al trote sin miedo a caerme
mientras mis pechos te provocan lascivos a que los atrapes con tu boca.

Te deseo con locura.
Deseo que te derrames en mí llenándome de puro fuego,
mientras tu verga recibe entre voluptuosos espasmos
la lava de mi placer,
mientras escuchas en la noche
el aullido de tu hembra que acaba de morir para ti.

!!!VEN Y FÓLLAME!!!


jueves, 14 de abril de 2011

El FALO y la BERENJENA

Por fin el Dios Helios comienza a regalarme el calor del sol tan necesario para mi, no es que en el invierno no esté llena de deseo y pasión (que lo estoy), pero la vestimenta oportuna te obliga a meterte casi siempre, entre sábanas calentitas para desbocar mi fuego, sin embargo, con el calor estoy en mi salsa. Me encanta estar desnuda en casa y sentir como la liberación de mis pechos y mi sexo me tiene siempre húmeda y predispuesta al placer.

Harta de vestido ceñido, tacones con pateo incluido de ciudad como puta del jefe y luego ir a recoger los niños al cole, por fin llegué a casa. Solita durante tres horas, no me lo podía creer, así que opté por no hacer absolutamente nada, ni tan siquiera de comer. Según entre por la puerta me desnudé dejando toda mi ropa en el suelo (había tiempo de colocarla), me serví una copa de vino, cogí mi vibrador y me tumbé en el sofá con la habitación en penumbra. DELICIOSO

El primer sorbo se deslizó suavemente por mi garganta e inundó mi cuerpo de un caluroso bienestar. Miré mi vibrador y me vino a la cabeza una imagen que había visto por la mañana en la televisión, y era una talla griega de piedra con un falo extraordinario que Berlusconi hacía chupar a las chicas en sus orgías y me dije, al menos, mi vibrador a pesar de su color berenjena espacial, iba a ser mas cálido que aquella talla (que a saber que griega la había tenido metida en el coño). Mientras lo miraba, mis dedos se hundían en mi sexo mojándolo rápidamente y deseando un masaje profundo en mi clítoris. Agarré el vibra, lo metí en mi boca llenándolo de saliva y lo encaucé suavemente en mi sexo mientras mis dedos separaban mis labios vaginales para hacerle el camino mas placentero. Cuando lo introduje hasta el fondo sobre mi sexo, y colocando el estimulador de clítoris en su punto idóneo, le di una velocidad muy suave y cerré las piernas dejando que hiciese su trabajo mientras seguí con mi copa en la mano y la otra pellizcaba mis pezones. QUE PLACER TAN DULCE darle al cuerpo lo que pide.

Ummm…que placer tan intenso, crecía por momentos, estaba excitadísima. Dejé la copa en la mesa y cogí el toro por los cuernos. Abrí mis piernas al máximo y movía mi vibrador imaginándome la lengua de mi hombre recorriéndolo y sorbiendo mi néctar mientras su barba acariciaba todo mi sexo. Necesitaba tener su verga en mi boca mientras me masturbaba pero estaba sola, así que solo pude conformarme con que me llevara al orgasmo aquel látex berenjena y gemí sin cuidado a que me oyese nadie. Lo saqué suavemente de mi sexo y lo dejé sobre la mesa mientras el sueño me inundaba.

No se cuanto tiempo dormí desnuda en el sofá, pero creía estar en ese duermevela que los sueños parecen reales cuando sentí recorrer mi espalda a besos, mientras una mano acariciaba la cara interna de mis muslos. Conmocionada aún del orgasmo y del sueño, abrí los ojos lentamente porque aquello era demasiado real para ser un duermevela y lo veo a él, sentado junto a mí, con la camisa completamente desabotonada dejando ver su pecho masculino y sus vaqueros henchidos por la visión de mi desnudez.

Ya has llegado mi amor?

Si, y veo que te lo has pasado bien en mi ausencia.

Me relajé y como no estabas tu….

Ahora estoy, y tengo ganas de mi hembra.

Y en ese momento sus dedos me penetraron haciéndome despertar por completo. Levanté mis nalgas en pompa ofreciéndole mi sexo en señal de sumisión, entonces se levantó, sacó de su bolsillo un pañuelo de seda y me ató las manos a la espalda, separó la mesa baja del salón y la colocó en el centro. Me ayudó a levantarme y me colocó tumbada boca abajo, con las piernas bien abiertas y sentí caer sus pantalones detrás de mí. Se arrodilló detrás de mí y cual hombre venerando el sexo de su amada, comenzó a recorrerme con su deliciosa lengua mientras su barba masajeaba su camino. Escalofríos recorrían todo mi cuerpo, mi boca se llenaba de saliva y gemidos mientras su lengua se hacía camino en todos los rincones de mi sexo. Movía su lengua rápida sobre mi clítoris y oía sus chupetones haciéndome casi desmayar. Mi orgasmo llegó fuerte y rápido, dejando mis piernas temblando y le supliqué que parase intentando mover mi culo y alejarlo de allí, pero aquello le excitaba aún más y sujetó con una fuerza brutal mis piernas para que no escapase de su boca.

Siguió masturbándome con la lengua, y lo que al principio era un pequeño dolor de la sensibilidad del primer orgasmo al momento se convertía en otro aún mayor. Ya no tenía fuerzas para moverme ni para suplicar que me dejase, y cuando consideró que eran suficientes mis orgasmos se levantó y se colocó frente a mí. Agarró con sus manos mi cabeza caída y metió su verga en mi boca moviéndola a su antojo. ¡Que Delirio! Si hay algo que me gusta tanto como que me coman, es devorar el sexo de mi hombre.

Intentaba sujetar su verga con mi boca con fuerza para que no se escapara, pero el la sacaba y respiraba para no correrse y cuando lo tenía controlado volvía a violar mi boca diciéndome mil cochinadas que me excitaban todavía más. Estaba tan dura como la talla de Berlusconi y entonces soltó mi cabeza con suavidad y volvió a la retaguardia. Sentí como ensalivaba de nuevo todo mi sexo y sabía lo que me esperaba, pero ya no podía hacer nada porque mi cuerpo estaba inerte. Me penetró dulcemente y comenzó unas frenéticas entradas y salidas de mi sexo mientras me azotaba las nalgas, sentía como sus testículos golpeaban mi clítoris enloqueciéndome de nuevo. Siento como salé de mí y la introduce lentamente en mi culo, haciéndose camino poco a poco y cuando estaba entero dentro de mí, sujeta las ataduras de mis manos y comienza de nuevo sus bombeos como un poseso. Solo suplicaba que me dejase de una vez, que estaba rota y el más rápido se movía, hasta que salió deprisa de mí y vino a ofrecerme su elixir que sabía que era lo que llenaba mi alma. Tragué, saboreando cada gota del elixir de la vida hasta que se derrumbó frente a mí besándome en la boca. Me desató, me cogió en brazos y me subió a nuestro santuario donde se envolvió entre mis brazos, alabando lo afortunado que era.

Sabes Berlusconi? NO TE LO CAMBIO.




miércoles, 13 de abril de 2011

QUE SABE NADIE



Que sabe nadie
lo que prefiero o no prefiero en el amor

Que sabe nadie
mi capacidad de amar,
por quien muero,
por quien vivo.

Que sabe nadie
lo que mi boca anhela,
por lo que mi sexo se moja,
por lo que mi corazón se rompe.

Que sabe nadie
las locuras realizadas por amor,
la mendicidad de mis palabras,
la generosidad en mi cama,
si pido o si doy,
a quien amé o a quien perdoné.

Solamente mi santuario del amor,
mi sexo y mi alma,
musitarán un requiem el dia que ya no esté.

LOS DEMÁS VIVIRÁN MI VIDA SIN VIVIRLA,
MORIRÁN POR NO HABER MUERTO DE PLACER
Y SOLO LOS GUSANOS LE LLORARÁN.


miércoles, 6 de abril de 2011

Hazme MORIR



viernes, 4 de marzo de 2011

NO OS OLVIDO


Por circunstancias de la vida he tenido que dejar de escribir, pero que sepáis que no me olvido de vosotr@s.
AMENAZO CON VOLVER EN BREVE
MUCHOS BESOS DE LOS QUE OS GUSTAN.


jueves, 16 de septiembre de 2010

Al CESAR, lo que es del CESAR

Esa mañana había despertado mucho antes de lo habitual debido a mis sueños extravagantes y que siempre son la antesala a una experiencia que quedará grabada a fuego en el alma indómita de Medea.

Las sábanas acariciaban mi cuerpo desnudo y sus pliegues se habían metido en mi sexo consiguiendo llenarlo de sangre, mojarlo y hacerlo latir sin mi permiso. Y con unas ganas enfermizas de una lengua viciosa y a falta de una buena verga que me dijese “ese coño es mío”, metí mano al cajón de la mesilla y saqué a mi amigo insaciable que me llevó al orgasmo en diez segundos, tal vez fueron doce, y para empezar el día con alegría era suficiente. A falta de pan, buenas son tortas.

Me levanté y cuando estaba tomando mi café sonó el teléfono. Me llamaban del Ayuntamiento porque habían aparecido unas ruinas romanas y como arqueóloga debía presentarme en ellas para acordonar la zona y empezar los trabajos de limpieza. Me vestí con mis pantalones de exploradora que dejaban bien marcadas mis curvas, mis botas y una camiseta de tirante que marcaban mis pechos libres como yo. Más de una vez se me había criticado mi manera de provocar vistiendo, pero a estas alturas de la vida, me importaba poco las envidias de ellas y el calentamiento de ellos. Así a sus masturbaciones ya tendrían cara, tetas y culo que ponerle.

Cuando llegué creí morirme de la fascinación del hallazgo. Eran unas termas y al lado los yacimientos de una casa de familia importante romana. Mandé acordonar la zona y rápidamente mi equipo y yo nos pusimos a la delicada tarea de limpieza. El Alcalde me comunicó que al ser de tal envergadura el hallazgo había llamado a otro equipo de arqueólogos para que me ayudasen y en diez minutos se presentarían allí. Cua ndo el Alcalde llamó al capataz del grupo para presentármelo , tanto él como yo quedamos como auténticas estatuas de sal. Él había sido mi gran amor, mi gran pasión y mi gran follador. Nos habíamos conocido en unas excavaciones en Alejandría y habíamos vivido una tórrida relación que se rompió por culpa de nuestras ansias de trabaj o. No había perdido nada de su atractivo, incluso yo lo veía más cañero que nunca. Vestía igual que yo, con su media melena plateada, una barba ideal para frotarse en un coño y hacerlo derretir y unos ojos verdes que te mojaban sin permiso.

Nos saludamos como buenos colegas y nos pusimos a trabajar. Es increíble lo que se siente al tener en tus manos una reliquia antigua, es como si estuviera llena de vida y muchas veces cuando la cojo en mis manos y cierro los ojos, siento su energía y como me trasporta a su época. Para que os hagáis una idea, es como cuando coges una verga en tu mano, la metes en tu boca y sientes lo que la mente de tu hombre necesita, vive y desea. En aquel lugar estaban apareciendo auténticas bellezas arqueológicas.

Yo estaba a cuatro patas limpiando una cajita de una belleza sublime. Mi culo estaba en pompa y mis brazos en su movimiento de cepillado me habían bajado el tirante de la camiseta sin darme cuenta y mis tetas se cimbreaban libres de adelante atrás como gelatina. De repente siento una mano que me sube el tirante y mete mis tetas dentro. Me giro y lo veo de pie, mirándome con lascivia y con una verga que se ahogaba entre el pantalón y entonces me dice “es simplemente rozarte y resucitas en mí lo que ninguna mujer ha conseguido desde que te fuiste”, que ganas en ese momento de sacar su verga por la bragueta y mamársela hasta que me diese el preciado elixir de la eterna felicidad, pero estábamos en público y me quedaría con ganas hasta poder pillarlo a solas.

¿Has venido a manosearme las tetas? le pregunté, y entonces me dijo que venía para ver que tal iba con la cajita de mujer. Se arrodilló a mi lado y entre los dos conseguimos sacarla intacta del terreno y suavemente la abrimos. Impresionante lo que había en ella. Era una cajita de una mujer poderosa y que sacaba información a los hombres a través de su poder erótico, provocación y buen sexo, ¿que porqué lo se? porque dentro de aquella cajita había colgantes de falos, pulseras con posturas de fornicio y un extenso material erótico para adornar sus pechos, sus manos y su pelo para poner caliente al macho de turno. Pero de todo lo que había allí, me fascinó un colgante de un falo con testículos de unos cinco centímetros de largo y con una perfección absoluta.

Lo miré y le dije que daría lo que fuese por follar solo con ese colgante puesto, entonces me dijo que cuanto estaría dispuesta a entregar a cambio de hacer realidad ese sueño y simplemente le contesté que sería la esclava de ese hombre por esa noche.

Había sido un día de mucho trabajo y nos dispusimos a recoger. Todo lo encontrado lo llevamos a un laboratorio para ser limpiado y seleccionado y de que terminamos, nos fuimos todos a tomarnos unas cervezas a la cafetería del hotel donde estaban alojados los arqueólogos visitantes. Después de una conversación amena y distendida, me despedí de mis colegas hasta mañana porque estaba tremendamente cansada del día. Según salía por la puerta, me agarró Marco (ese era su nombre) y me dijo que me invitaba a cenar, y la verdad que yo lo único que deseaba era tomarme un baño relajante y así se lo dije, entonces quedó aceptada la invitación para el día siguiente y me dijo que cuando estuviese relajada ya en la habitación me telefoneaba. Le regalé un beso y me fui.

Llené mi bañera de agua caliente, aceite de rosas, una luz tenue y en una mesilla pegada a la bañera tenía mi móvil y una buena copa de vino. Me sumergí en ese caldo delicioso que relajó al momento mis músculos y dejó en libertad el deseo de mi clítoris retenido entre los pantalones todo el día. Era una delicia acariciarme con aceite que conseguía una textura en mi piel resbalosa y deliciosa al tacto de mis dedos. Cogí mi copa y brindé por las mujeres provocadoras, llenas de sensualidad y llenas de libertad sexual, y en un recuerdo apurado a mi mente, también brindé por aquella mujer romana con tantas joyas eróticas que supuse que era una gran mujer en todas sus variantes. En el mismo instante que me acordé de ese colgante romano, sonó el móvil.

Era Marco. Su voz acariciaba mi piel y entonces le pregunté si se estaba tocando y me dijo que estaba encima de la cama, desnudo y acariciando aquella dura y gran polla que le habían otorgado. Deseé febrilmente hacerla mía, comérsela como solo yo sabía hacerlo degustando hasta el rincón mas pequeño de su piel y cabalgarlo sin piedad. Me apetecía masturbarme con él, así que le dije que me comiese el coño que me moría por tener su lengua y su barba acariciando mi clítoris. Comenzó tremendamente caliente a saborear mi coño por teléfono a susurrarme lo que me hacía mentalmente:

“Te abro las piernas, acaricio tu coño con mis dedos y separo cada una de sus piezas, arrimo mi nariz para oler el perfume de hembra que enloquece mi mente, y te doy la primera lamida larga de adelante atrás y comienzan tus gemidos y tu gran humedad. Saboreo todo lo que me vas regalando a cada paso de mi lengua y tus manos aprietan mi cabeza pidiendo que te coma el coño con pasión y se lo que te gusta. Meto tu clítoris entre mis dientes y mi lengua y lo succiono con fuerza y comienzan tus espasmos de locura transitoria, comienzas a querer escapar de mí y te sujeto los muslos con mis manos y no te dejo escapar. Me insultas y me dices que te deje, y no me da la gana y entonces explotas en un orgasmo que aún recuerdo tus aullidos de loba en celo que me hacían correrme muchas veces en las sábanas, recuerdas?”….

Uuuuffff, aquellas palabras me pusieron cardiaca y no paraba de acariciarme bajo el agua. Le dije que me acordaba de aquellos momentos y que también recordaba como gemía cuando yo se la comía y entonces lo oí gemir a través del teléfono y le dije:

Me vuelve loca cuando me dejas mamártela a mi antojo. Te tengo de rodillas en la cama, mi cabeza debajo de un almohadón y justo debajo de tu polla. Con una mano acaricio tu culo y los testículos y con la otra manoseo tu polla como si estuviera ordeñando y cuando me apetece te trago entero a un ritmo de locos y te vuelvo a soltar. Y me encanta meneártela con la mano, y jugar con ella y pellizcarte y después vuelve a pasar mi lengua caliente para darle mimos…ummmm, que deliciosa está. Mientras gimes como un buen macho que se la están mamando a conciencia, mis ganas de devorarte aumentan y suavemente me dejas que meta mis dedos para jugar un ratito con tu precioso culo y mientras mis delicados dedos violan sin daño tu culo, mi boca aprieta tu polla contra el paladar y te da pequeños tirones para poder sacarte el elixir que necesito para alimentar mi alma. Y no quieres que se acabe aquella locura pero llega la hora y yo no pienso parar hasta el final. Sigo mamándote con mucha fuerza y sin soltarte de mi boca mientras mis dedos te follan y entonces explotas en un berrido tan salvaje que hasta los Dioses tienen celos de ti”.

Y entonces oigo un auténtico berrido al otro lado del teléfono y eso me hace acelerar mi masturbación y casi al momento llega mi orgasmo que él también oye. Había sido una sensación maravillosa correrme con él a través de la línea telefónica. Dulcemente me dijo que era la mujer más misteriosa y maravillosa que se había cruzado en su vida y que quería tenerme de nuevo y entonces le deseé buenas noches y le dije que mañana cenábamos juntos.

En la mañana me sentí más radiante que nunca y dispuesta hacer mío el mundo, era como si aquella masturbación en compañía me hubiera llenado de vida y pasión. Cuando volví a las ruinas, Marco y su equipo ya estaban allí. No sé si es que el sol iluminaba su cara dorada y sus ojos verdes haciéndolo aún más atractivo para mí, o es que él me miró de una forma tan diferente que consiguió elevarme al mundo voluptuoso y hechizante del amor.

Me puse al trabajo y durante toda la jornada él no paraba de mirarme de reojo, de ir donde yo estaba con cualquier duda para estar conmigo…..simplemente, no dejó que me alejase de su lado ni quince minutos. Cuando terminamos la jornada quedamos para cenar en el restaurante de su hotel.

Fui para casa e intenté ponerme tan bella y seductora para él, que hasta el espíritu de aquella mujer romana estuviese orgullosa de mí. Me puse un vestido de noche negro y largo, muy escotado tanto por delante como por detrás, de hecho el escote de atrás llegaba hasta el nacimiento de mi trasero, así que no llevaba ropa interior. Adorné mi muñeca con una pulsera que Marco me había regalado en Alejandría y que estaba hecha de figuras de Kamasutra y mi pelo recogido en una cola y alrededor de ella un adorno cuya figura era una mujer desnuda entrelazada entre rosas. Cuando me miré para salir a la cita, yo misma me sorprendí de lo que vi reflejado en el espejo; veía a una mujer bella, llena de voluptuosidad y erotismo y dispuesta hacer mío en cuerpo y alma a mi hombre. Juro que vi a Cleopatra seduciendo a César.

Cuando entré en el restaurante, él se levantó de la silla y me miró tan asombrado como yo misma estaba de aquella visión. Se había enfundado en un traje verde oscuro y una camisa pastel. Aquel traje potenciaba el verde de sus ojos y con ello su armonía espiritual. Me agarró de la mano y simplemente nos miramos un buen rato trasmitiéndonos todas las buenas vibraciones que nos pertenecían desde que nos conocimos. Yo estaba nerviosa y él también. Durante la cena hablamos de nuestras vidas desde que habíamos dejado nuestra relación y lo mucho que me había echado de menos y cuando llegamos al postre, él colocó una cajita encima de la mesa. Le dije que no quería regalos y me dijo que solo era prestado, pero que si lo aceptaba tenía que cumplir una deuda. Aquel reto sonó en mis oídos como algo irresistible que no podía pasar por alto en esa noche. Cuando lo abrí, ví que era el colgante del falo que habíamos encontrado en las ruinas con una cadenita para ponerla en ese mismo instante. Yo estaba hipnotizada y lo cogí entre mis manos y le dije que me lo pusiera, él me dijo que si lo ponía tenía que ser su esclava esa noche y acepté, entonces me lo puso y quedaba justo entre mis pechos. Me sentía sumamente poderosa y comencé a sentir una excitación y lascivia sin entender muy bien porqué. Le dije a Marco que me apetecía ya saldar mi deuda y subimos a la habitación.

Nada más cerrar la puerta me dio el beso que tanto habíamos añorado los dos y que necesitábamos como el respirar, después me llevó al baño y se colocó detrás de mí frente al espejo. Cogió los tirantes de mi vestido y los dejó caer y con ellos el vestido, me quedé totalmente desnuda con el colgante puesto como única prenda. El me agarró los pechos con sus manos sin dejar de mirar al espejo y cogía el falo del colgante con su mano y lo movía en círculos sobre mis pezones haciéndolos endurecer. Dejó de jugar y se desnudó, con una mano me invitó a echar mi torso sobre el frío mármol del lavabo sin dejar de mirar al espejo. Entonces me cogió las manos y me las ató en mi espalda con su corbata y me mandó abrir las piernas, yo tenía miedo porque nunca me había hecho eso cuando estuve con él y no sabía que podría llegar hacerme, pero esa era el pago por llevar el colgante en mi cuello. Yo no dejo de mirar al espejo y de repente desaparece de mi vista….ya no lo veo, y noto como me sopla mi sexo y luego una lamida larga y suave y vuelta a soplarme, era una sensación increíblemente excitante y le pedí mas, mucho mas. Entonces separó bien mis nalgas y comenzó una comida de sexo en todo su esplendor y creí morirme de placer, y cuando estaba a punto de explotar se levantó, se agarró a mis caderas y empezó a follarme sin piedad, mirándonos al espejo, con mis pechos meneándose a un ritmo loco y el colgante golpeando con fuerza el espejo, no podía aguantar más ni sus embestidas, ni nuestras caras de placer, así que llegó mi orgasmo brutal, gimiendo como creo que nadie lo ha conseguido jamás. Exhausta me desplomé sobre el mármol de nuevo pero él me cogió en brazos y me llevó a la habitación.

Tenía una especie de cómoda de la altura de mis piernas y larga. Me puso boca abajo sobre ella y entonces, mis piernas quedaban en pompa y mi cabeza recta en una posición ideal para follarme por detrás y por mi boca. Mis orificios los lubricó con aceite perfumada y entonces se tumbó sobre mi espalda y mientras susurraba palabras y frases deliciosas al oído me iba penetrando, unas veces por mi sexo y otras por mi culo. No me dolía en absoluto porque lo hizo tan dulcemente y tan embaucador a mis oídos que necesitaba esas penetraciones, pero una vez que me tenía muy dilatada y deseosa de él comenzó la fuerza de macho. Se colocó de pié y comenzó un bombeo a su antojo, abajo y arriba y yo, en mi instinto de supervivencia, intentaba salir de allí, le insultaba, pero a la vez me estaba llevando a un orgasmo continuo que mi cabeza ya no asimilaba, unas veces suplicaba clemencia, otras veces simplemente le decía “fóllame cabrón”….Cuando le vino en gana, se quitó de mi sexo y se colocó frente a mí. Lo miré y su verga estaba colocada frente a mi boca, me trastornaba solo con mirarla y entonces saqué mi lengua lasciva para provocarla e invitarla a entrar en mi boca y saborearla y así lo hizo. Yo estaba a su santa voluntad, así que agarró mi cabeza y suavemente introdujo su verga en mi boca follándola a su antojo un buen rato, pero cuando quiso salir de ella, se la presioné con mi paladar y no lo dejaba escapar, él volvía a metérmela y yo chupaba y cuando quería escaparse yo tiraba de ella hacia a mi, y aquel juego hizo que él se dejase llevar por aquella enajenación, arquease su espalda, bramase como un macho copulando y le regalase a Medea el elixir que necesita para alimentarse. Cuando terminó de bañar mi boca y aunque estaba casi mareado, le dije que no me podía dejar así de caliente, que necesitaba correrme de nuevo, así que se colocó de rodillas sobre mi sexo y mi culo y regalándome las pocas fuerzas que le quedaban, comenzó a succionar todos mis fluidos, a meterme la lengua por todos los orificios que había dilatado y comerme el clítoris con delirio hasta volver a llevarme al preciado mundo del orgasmo femenino.

Yo no me podía moverme y el poco más, me desató y me cogió en sus brazos llevándome a la cama. Creí que simplemente me habría usado para fóllame como jamás nadie lo había hecho pero me equivoqué. Me rodeó con sus brazos, me regaló mil y un besos y me dijo un “Te Amo Medea” que con nada que tengo, me sentí la mujer mas grande y afortunada del mundo mortal.

Mientras él dormía en mis brazos, cogí aquel colgante en mi mano y vi una mujer con vestimentas romanas, respetada por todos, deseada por muchos y cuando se giró solté de repente el colgante de mi mano porque la cara que vi en ella…..era la mía.


lunes, 16 de agosto de 2010

LÁZARO

Llevaba un rato adormecida entre sus brazos después de una sesión agotadora de sexo.

Apenas sentía mis músculos y como una serpiente reptando, bajaba deleitándome del olor a sexo que desprendía su cuerpo adormecido. Cada centímetro de su piel desde el cuello hasta su sexo era un renacer de nuevo al deseo y la lujuria.

Acariciaba con mis manos su sexo inerte, jugando a resucitar a un muerto, y al ver que mis manos no eran suficientes para levantar a Lázaro, lo sumergí en mi ardiente boca. El volcán que se refugia en mi boca, mi lengua, la prisión contra mi paladar y esos pequeños mordisquitos que me encanta dar, consiguieron llenarlo de vida de nuevo. Ummmm…de nuevo su sal, su latir y los gemidos de su dueño.

Me gustó ver a los dos casi despiertos, pero sentía la necesidad de sentirme fresca después de la sesión agotadora que había tenido con él, así que me levanté de la cama y me fui directa a por mi jabón de azucenas y me senté cómodamente en el bidé.

Suavemente comencé a enjabonar mi olimpo, de adelante hacia atrás, en círculos, sin prisas y saboreando cada caricia que mis dedos le proporcionaban a mi clítoris. Noté un bajón de sangre a mi sexo que me excitó sin piedad, y sentí la necesidad de más…de mucho más.

Encañoné el chorro de agua tibia hacia mi clítoris y mi dedo presionaba el grifo para que saliese el chorro con tal fuerza que apenas me dejase respirar de placer. Yo estaba completamente abierta y el chorro masajeaba constantemente mi sexo convirtiéndome

en una esclava del placer, pero faltaba algo necesario para pasar el límite de la cordura y era una verga en mi boca. Chuparla mientras me masturbo en el bidé es sencillamente desbordante para mis sentidos.

El acudió a mi llamada.

Se apoyó en el marco de la puerta contemplando mi imagen y escuchando mi gemir. Aquello lo puso en pié de guerra.

Su sexo miraba al techo y sus ojos se clavaban en mí. Lo invité acercarse a mi cara porque aquel calor y la corriente que recorría mi cuerpo, me había regalado la necesidad imperiosa de relamer y succionar su sexo hasta que se derramase en mi boca su elixir.

Una de mis manos controlaba la densidad del chorro de agua y la otra tenía bien sujeta su verga para que no se pudiera escapar a la presión de mi paladar y mi lengua y así arder en el infierno de la boca de Medea.

Jamás permitiría que se escapase es dura y enorme verga de mi boca, así que, cuanto mas potente era el chorro de agua sobre mi sexo, mas me apetecía engullir y saborear. Mi clítoris estaba a punto de explotar y mas rápidos era mis movimientos de succión, de meneo con la mano y de presión de la punta de su sexo dentro de mi boca.

Se la mamaba a conciencia. Era un deleite para mis sentidos trastornar al conquistador de mi corazón. Sentía sus venas a punto de explotar en mi boca, ese burbujeo preliminar a la escapada de su elixir, esos gemidos rápidos y sus palabras obscenas…todo hacía que mi clítoris fuese a reventar al unísono con él.

Enfoco el chorro de agua sobre mi culo para controlar el orgasmo y así correrme al par que mi amante. Deseaba correrme mientras el eyaculaba sobre mi

boca y sentirme así dueña de su alma y a pesar de tener la boca tapada con su sexo, no podía evitar gemir.

Subí el chorro de agua a mi clítoris porque necesita reven

tar ya en mil estrellas y mi boca ya devoraba su verga sin piedad….él me agarró del pelo y violando mi bo

ca, sentí como un chorro cálido de néctar inundaba mi garganta mientras el agua me sumía a mi en un orgasmo brutal y hambriento de delirios. Engullí y saboree aquel néctar regalado a mis papilas, llenando mi ego femenino y elevarlo al nivel de dominación.

Lo arrodillé ante mí, le agarré su nuca y lo besé ya con calma derrotera.

Le susurré al oído “eres mío” y me cogió en sus brazos, me tumbó en su cama y me dijo: “Medea, eres la hembra nacida para enloquecer al mismísimo Incubo”.