EVA TOMANDO EL SOL

Iba a tomar el sol en mi terraza. Creí que nadie me veía, así que salí desnuda, coloqué mi toalla en el suelo y empecé a darme el aceite del bronceado. Cuando terminé, me giro hacia la terraza del vecino y lo veo mirándome, pasmado. Corriendo me coloqué la toalla para tapar mi cuerpo desnudo y le dije buenas tardes. El tenía una mirada lujuriosa, llena de deseo. Era muy atractivo y educado. Me dijo que si no me importaba, tenía que pasarme un correo que habían dejado en su buzón para mi y que si no me molestaba quería dármelo ahora.Yo le dije que bajaba a abrirle.

En la puerta el estaba empalmadísimo, pues llevaba un boxer suelto blanco. Me dio el correo y le invité a tomar algo. El aceptó. Le dije..si no te importa el sol, podemos tomarlo en la terraza y así aprovecho para ponerme morena. Subimos arriba, y se sentó en el suelo tomando su cerveza mientras yo charlaba con él desnuda. MEDEA TE DESEO. Aquello sonó en mis oídos como una explosión, no sabía que hacer. Pero aquel calor y la brisa rozando mi Olimpo habían conseguido humedecerme al máximo.

No dije absolutamente nada, dejé que él por si mismo decidiera. Me besó largo y profundo. Estaba tumbado junto a mí, así que subí mi pierna por encima de su cadera y el acarició mi Olimpo por la retaguardia. Aquello era una locura de sensaciones. Metí mi mano entre su boxer y acaricié su sexo entero con mis manos, seguíamos besándonos. Le quité como pude el boxer y lamí su erección hasta que tenía completamente inflamado su sexo.Me mandó parar o se correría en mi boca. Me colocó boca arriba, me abrió las piernas y estando tumbado, empezó a lamer mi sexo, a chuparlo, a mordisquearlo.....me moría de placer. Estaba tan relajada y cómoda que todo lo que me hacía se transformaba en un placer inimaginable. Yo apretaba su cabeza contra mi Olimpo, no lo dejaba escapar...no podía permitirlo, era un delirio....Levanté mis caderas, mis jadeos y mis palabras lo trastornaban...En cada lamida que me hacía lo oía gemir a él también....Llegó mi orgasmo, mis gemidos de hembra satisfecha. Enloquecido me giró, me puso de rodillas, lubricó su sexo con aceite de bronceado y poco a poco y muy dulcemente me penetró mi culo. Una vez dilatado, me cabalgó como un salvaje. Primero su cuerpo echado sobre mí y con su mano masturbándome otra vez y cuando estaba a punto de mi segundo orgasmo, me asió por las caderas con rudeza y me hizo suya de la manera mas salvaje que os podais imaginar. Sus rugidos de macho se oyeron en todo el vecindario. Sudorosos y agotados nos besamos y murmuró cosas a mis oídos que no os las pienso contar.