SALVAJEMENTE TUYA

Paseando por el esplendor de la naturaleza, su perfume, el calor con brisa, ligera de ropa, empapada solamente por las caricias de la brisa, totalmente sola me tropiezo con él. Casualidad? No creo en ellas. Solos. Al verme tan liviana y sin mediar palabra me coge en brazos y me lleva a la sombra de unos árboles. Me tumba en el suelo y empieza a recorrer mi cuerpo con sus enormes manos por debajo de mi camiseta, tropieza con mis pitones, me quita la camiseta y se deleita metiéndolos en su boca, jugando, mordiendo, chupando.

Mis manos bajan a su sexo, tiene el estoque para entrar a matar. Mis manos juegan con él y lo desnudo. Me mete mano entre mi ropa interior y se encuentra con la humedad propia de un volcán en erupción. Me las rompe con sus manos, me abre de piernas y me lame sin compasión. Intento separarlo, le doy fuerte con mis manos, pero él mas se aferra a mi Olimpo. Aquella violación consentida acaba por poder con mi cordura y después de forcejear, acabo atrapada en sus labios, acabo dejándome hacer y acabo derramándome entera en su boca. Allí nadie me oye, así que no privo a mi boca de expulsar toda la fuerza forjada en mi sexo.

Su suerte estaba hechada. La venganza no tardó en llegar. Me arrodillé cual sumisa ante su sexo. Como si fuera mi Dios. El estaba de pié y empecé a devorárselo sin compasión como había hecho él. Masajeaba sus testículo, su perineo, mi boca chupaba sin parar, lo quería para mí. Meto sus testículos en mi boca, mientras mi mano lo masturba sin parar. Cuando está a punto de llegar su orgasmo, meto su sexo en mi boca y suavemente mi dedo en su culo. Los hombres tienen su punto "G" ahí, y les enloquece sentirlo. Nada mas meter mi dedo, todo su elixir acaba en mi boca, que trago sin dejar una gota. Berraba cual macho en celo sin saber que la Bruja Medea estaba robando su alma.