EL PINTOR -1ª parte-

No importa el lugar ni el como nos conocimos. Era un artista, bohemio, atractivo como el demonio, y felinamente apasionado. “Quiero pintarte desnuda”, me dijo. Me dio su teléfono por si aceptaba. Dudé, no lo niego. Me pasé toda la noche dándole vueltas a mi cabeza porque sabía lo que ocurriría si aceptaba su invitación. Le envié un mensaje a su móvil. “Dame la dirección. Puedo ir mañana por la tarde”. Me contestó al instante.
Al día siguiente aparecí en su estudio. Yo llevaba un vestido corto vaporoso y agarrado únicamente por un lazo al cuello. Nada más. Toqué el timbre y abrió casi desnudo, solo con una bata japonesa negra abierta. Debajo no llevaba absolutamente nada. Eso me puso más nerviosa de lo que estaba.

Medea: Aquí me tienes

Pintor: Gracias por venir. Eres muy valiente.

Después de un rato de amable charla con una copa de ron añejo (abrasaba la garganta y embriagaba cada gota), y tras algunas bromas inteligentes (muy picantes), me dijo que iba a poner música. Que me fuera desnudando.
Eligió algo de Café del Mar. Se acercó a mi. Me miró a los ojos y sentí que miraba dentro de un pozo.

Pintor: Medea, tengo la intuición de que lo vamos a pasar bien ¿estás cómoda?

Medea: Si gracias. De todos modos no entiendo tu interés por pintarme.

Pintor: eres una mujer pasional, me interesa pintar las formas de la pasión.

Bajo una lámpara de bola blanca, me tenía preparada una silla para sentarme. Le miré fijamente a los ojos y tiré del lazo del cuello y el vestido cayó suavemente al suelo dejando toda mi desnudez para sus ojos. Vi su polla salir por la bata de seda. No disimulaba su tremenda erección. Lo vi tenso. Se metió tras el caballete. Con su voz entrecortada me dijo:

Pintor: ¿Ves esa silla de ahí? Ponla a una altura que estés bien y siéntate mirándome a mi.

A mi no se me ocurrió otra cosa que sentarme con las piernas abiertas. Os juro que mi sexo me ardía y latía como un corazón libre. Al verme así de abierta, con mi sexo rasurado, brillante y húmedo, empezó a pintar. De vez en cuando su mano colocaba disimuladamente su sexo. Yo estaba disfrutando de la escena y me relajé. Me apetecía ser traviesa un rato. El me hablaba bajo, como quien cuenta un cuento a un niño, pero mis oídos no escuchaban.

Pintor: Así está bien. Me gusta. Las sombras están justo donde tienen que estar. Sabes que la pintura es el arte de sacar las formas desde las sombras, y desde las sombras sacar la luz, el volumen, la profundidad, el brillo de tu piel …

Yo no entendía nada de lo que me decía, solo veía aquella bata japonesa abierta y todo lo que había debajo. Yo no escuchaba y mi mente solo maquinaba la manera de ponerlo nervioso. En un momento, empecé a chupar mi dedo sin dejar de mirarlo y…algo se le cayó al suelo. Solté una carcajada inmensa.

Pintor: “Estate quieta Medea”

Intenté ser buena, en serio, pero me era imposible. Mi mente me decía que aquel pintor tenía que ser mío. No había marcha atrás………….(continuará)

PD: Este texto está compartido con el Pintor -Juan Seductor-. El dibujo está hecho para éste texto. Disfrutarlo.